sábado, diciembre 7, 2024
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FELICIDADES.

Hablillas

Por. José Ángel Parra

Gira, a toda prisa, la esférica. En todas sus formas, y en todos los planos. Desde el antiguo juego de pelota, hasta recorrer cada una de las múltiples disciplinas actuales. El popular futbol, el beis, el básquet, el voleibol, el tenis, el frontón, el squash, el tocho, con su ovoidal balón. Y así como ruedan, sobre una dinámica sujeta a reglas, en esa sintonía viaja el planeta, los mundos, el Sol, la Luna y las estrellas. Nosotros vamos a bordo.

Todo es como un juego, en el que la desenfrenada lucha deja al descubierto esa larga cadena de valores y antivalores que nos someten a este iluminado orbe de redención. Y en la contienda hemos aprendido a golpearnos más, sin darnos cuenta de que en vez de ganar, perdemos, aunque, no te creas, la evolución continúa y tarde que temprano encontraremos las respuestas.

¡Albricias…! Meridiana luz es la que proporciona el dolor en la vida, del que, más vale, no nos queramos librar. Sin su compañía, ¿cómo sabrías cuando te equivocas? Es, aunque lo dudes, salud del alma y comienzo del bienestar. Y es que, como alguna vez lo alertó el Maestro, la verdad no le pertenece a este mundo, porque la vida es en espíritu. Pero como no nos acordamos, dudamos y falseamos la realidad, mientras nadamos en un sueño para algunos largo y para otros breve, del que hay quienes anhelan perpetuarse y, los más, despertar ya, cual incómoda pesadilla. Mas, conforme a la ley de la compensación, el beneficio llega, pero duele. Siempre duele. Y entonces lo vemos como castigo. No hay tal. El dolor es el perdón. Si llega, recíbelo. Dios se ha apiadado de ti.

“Sólo el espíritu se salva por la lucha”, dicen los que han aprendido a rezar, y a escuchar. Nunca pierde, por el contrario, siempre gana. Y mientras más lucha, más adelanta. Entonces, nada se te dará superior a tus fuerzas. La finalidad es servir al prójimo.

No te afanes en el mañana. Vive hoy. Y tampoco te aferres a las posesiones. Son de aquí, y no te las vas a poder llevar a tu auténtica morada. Sólo cuentan tus buenas acciones, pero esas no las presumas. Son para ti y para quien todo lo ve.

Sirva esta reflexión a manera de dulce dedicatoria para quien está, desde hoy, entre nosotros, porque -¡Albricias!- ha vuelto a nacer.

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