Enumeremos. Amén del factor Lionel Messi como principal bandera de la MLS, nuestros vecinos del norte no sólo atropellaron al futbol mexicano en el lapso de un mes, sino que también tomaron distancia y fijaron, de inmediato, su nuevo objetivo, el cual apunta hacia Europa, mercado con el que pretenden competir.
Sin demostrar nada del otro mundo, aunque amparada por los destellos futbolísticos que presume el mejor futbolista del orbe, la MLS es hoy muy superior al devaluado balompié mexicano. Sí, en ese mismo lapso, ya sin la venda que cubría los ojos de los fanáticos a la Liga MX, quedó en evidencia que nuestro mercado es más pobre de lo calculado, y que la extranjerización (ocupada por jugadores de medio pelo), la desaparición del ascenso-descenso, y ahora la penosa improvisación en la reanudación del torneo, forman parte del caos en que se encuentra empantanado el certamen casero -al extremo del ridículo-, hoy por hoy carente de valores y cada día obligado a recurrir a más malos manejos con tal de ocultar las torpezas que lo enlodan.
Porque mientras Messi levanta el trofeo y los equipos de la MLS acaparan los tres puestos de privilegio en la Leagues Cup (La Pandilla, para colmo, perdió, sin meter las manos, en el duelo por el tercer lugar), en México ahora batallamos para recalendarizar los partidos, al extremo que de un día para otro se recurrió a una malbaratada doble cartelera. El encuentro que inicialmente iban a disputar Atlas y América en el estadio Jalisco, se tuvo que ajustar para disputarse en el Coloso de Santa Úrsula con tal de rescatar el juego, que debido a lo cargado de las jornadas parecía no encontrar acomodo. Y entonces se toparon el día de ayer, horas después del Cruz Azul-Santos, en el mismo escenario.
En tanto esta penosa reorganización prolifera en el futbol nacional, Mikel Arriola, titular de la Liga MX, repartía medallas y saludos tras la gran final del certamen organizado en territorio estadounidense. Eso sí, tuvo la mala fortuna de que ni siquiera le permitieron colgarle la medallita al ídolo argentino. Así que su presencia no ayudó mucho. Ahora el debate futbolístico continuará en torno a las decisiones o indecisiones del colombiano Julián Quiñones, para saber si nos da chance de ayudarnos en el Mundial. Qué pena.