HABLILLAS Por: José Ángel Parra
Cual preludio de Halloween se avecina el desenlace de la Liga MX, cuyo incomprensible calendario parece jugar en contra de los intereses de los competidores. Y es que a tres rondas de que concluya la temporada regular, además de cerrar con fecha doble pondrán a prueba, a manera de aperitivo, a los equipos que aspiran meterse vía Play-In.
Justo después de la jornada 17 se jugará la última Fecha FIFA del año con la contienda ida y vuelta entre México y Honduras. El punto es que una vez celebrado el segundo partido del Tricolor, en el estadio Nemesio Diez, al día siguiente comenzará el mencionado Play-In, sin tiempo para que clubes como el bicampeón América, por ejemplo, puedan tener elegibles a sus seleccionados (léase mexicanos o sudamericanos, por la eliminatoria de Conmebol), o sea, buscarían el boleto a la Liguilla sin sus mejores futbolistas. Pero no sabe uno qué es peor, porque los equipos con pase directo, del uno al seis de la tabla, se aventarán un parón de 17 o 18 días, so pena de perder el ritmo.
Sometidos a semejantes aberraciones, los semifinalistas habrán sobrevivido a un panorama de espanto, propio de alguna película de terror apta para estos días de hadas y cuernos. Aunque claro, no todo lo polariza el desfiguro balompédico al que parecen condenados nuestros calzonudos héroes, sino también a la crisis extracancha que inevitablemente alcanza a los dueños del balón y que, de rebote, vuelve a generar dudas respecto a si está o no en peligro la organización de México en el Mundial 2026 (ya son muchas las campanitas que se escuchan en el rumbo de Santa Úrsula, por lo que no estaría de más requerir alguna limpia y sumarle muchas misas para reforzar… no vaya a ser). La mayoría de los expertos hacen mutis, y los pocos que se atreven a descartar sinsabores efectúan cálculos alegres en cuanto a las garantías del apetitoso negocio en cuestión.
El caso es que nuestro futbol día con día dibuja un panorama tanto o más crítico que en la horripilante época de los cachirules, en la que nos quedamos fuera de Italia 1990. Quien olvida su historia, está condenado a repetirla, dice la sentencia del filósofo. Hacia donde usted dirija la visita, da miedo. Ojalá y sólo sea por la temporada de terror.