Cuando el mundo se enteró de la reunión del norcoreano Kim Jong-un y el presidente ruso Vladímir Putin, saltaron todas las alarmas y creció la preocupación sobre una posible transferencia de armas entre las dos potencias.
El miedo global sobre una posible transferencia de armas se materializó cuando la Casa Blanca compartió imágenes en las que se podía observar cómo había aumentado la actividad tanto por tierra como por mar entre los dos países.
El secretario de prensa de la seguridad nacional del Pentágono, John Kirby, explicó a los reporteros que Corea del Norte había enviado más de 1.000 contenedores de munición y equipamiento militar a Rusia para ayudar a Moscú con la guerra de Ucrania.
Rusia y Corea del Norte han tenido una relación cercana pero contenida desde la caída de la Unión Soviética. Rusia es uno de los pocos países que mantiene una embajada en Corea del Norte; pero la relación no siempre ha sido buena.
En el presente, la creciente cooperación entre Corea del Norte y Rusia puede interpretarse como un matrimonio de conveniencia. Ambos países se podrían estar aprovechando de la situación geopolítica actual para conseguir lo que quieren el uno del otro.
Sin embargo, una alineación como esta requiere que se estrechen los lazos de los enemigos de Pyongyang en la región. Una cooperación más cercana con Rusia seguramente fuerce a Japón, Corea del Sur y Estados Unidos a unirse más aún, según explica Matiaszczyk, algo que no quiere China.
Cómo acabará desarrollándose esta complicada situación es difícil de saber aún. Pero lo que está claro es que tanto Moscú como Pyongyang tiene intención de profundizar más en su cooperación, especialmente después de la reciente visita del ministro de exterior ruso, Serguéi Lavrov, a Corea del Norte.