HABLILLAS. Por: José Ángel Parra.
En medio de un descontento generalizado y al borde del estallido social, cada día se experimentan más enfrentamientos en la CDMX. Recién el sábado pasado hubo una marcha de la Generación Z que terminó en trifulca y caos en el Zócalo. Uno de los propósitos era expresar la preocupante ola de violencia que se vive en todo el país y tenía carácter de apartidista, pero justo terminó en lo que nadie quería, en más violencia.
Un día antes hubo movilizaciones con alta dosis de confrontación en la misma zona, de parte de maestros de la CNTE, quienes exigen se derogue la reforma a la Ley del ISSSTE de 2007. Y aunque muchos sectores pretenden ignorar el creciente fenómeno de malestar y ruptura entre la sociedad mexicana, cada vez resulta más visible, por lo que ya no es factible esconder los sucesos ni mantener a los elementos policiacos con los brazos cruzados, lo que provoca un mayor índice de temor e inseguridad.
Curiosamente fueron los integrantes de la CNTE quienes expresaron, entre otras consignas, “si no hay solución, no habrá Mundial”, como un foco cada vez más visible, porque aunque habrá quienes minimicen los riesgos, es obvio que el entorno que impera en el país no es nada propicio para la celebración de un evento deportivo como la Copa del Mundo, cuando a diario hay manifestaciones, bloqueos y protestas. Es claro que si no existe un ambiente apropiado, parece imprudente insistir que México continúe como sede del evento, programado ya para dentro de algunos meses y cuyo escenario principal, el otrora Estadio Azteca, sigue en remodelación.
Los boletos, de por sí, son impagables, y ante la zozobra social es preocupante que no exista el mínimo clima festivo, porque cada que hay multitudes suelen incorporarse rijosos, además de que las afectaciones incluyen a particulares dado el afán destructor que suele golpear a todos los sectores del país. Por eso, si de parte de las autoridades no hay garantías visibles que propicien un ámbito de paz y armonía, sería justo que la FIFA comience a pensar en un plan “B”, porque la sede de la CDMX está en peligro.



